El desprestigio de la historia.
Hace unos siglos se consideraba la historia como una forma de literatura de categoría secundaria. En 1763, el doctor Samuel Johnson decía, con evidente desdén: "No se requieren grandes habilidades para ser historiador, puesto que en la composición histórica todos los grandes poderes de la mente permanecen inactivos. Tienen los hechos a mano, de modo que no ejercita la invención. La imaginación no se emplea en un grado elevado; sólo en una medida semejante a la que se requiere para los tipos inferiores de la poesía. Alguna penetración, exactitud y sentido del colorido bastarán a cualquiera para esta tarea, si puede dedicarle la aplicación necesaria".
Los ilustrados franceses, por ejemplo, creían que podía emplearse para denunciar la tiranía y la superstición, para abrir los ojos de los hombres a la realidad y educar sus conciencias. Diderot iba aún más allá: tras haber realizado una gran labor en otros campos cientificos, descubría las posibilidades que el estudio de la historia ofrecía para el analisis de la sociedad. Así, proclamaba: "Si se me permitiese aventurar una predicción, yo anunciaría que los espíritus se girarán muy pronto hacia la historia, ese inmenso territorio en el que la filosofía no ha puesto aún su planta"